¿Cómo poner un poco de verano en tu día a día?

Siempre me ha sorprendido el verano o más bien la pasión que despierta en los seres humanos. Quizá tiene que ver con que no tengo ningún interés en la playa, la piscina, los chiringuitos, las caminatas en las montañas, el calor ni los días eternos. O porque me di cuenta que hace año y medio que no tengo vacaciones (no os preocupéis; que ya me estoy obligando).Tal vez por eso, miro con curiosidad EL VERANO. Así, con mayúsculas. Hacemos del verano el gran momento de nuestro año; tanto, que sin terminar aún; ya estamos buscando las vacaciones del próximo o el siguiente puente o por lo menos un fin de semana largo. Algo. ¿Tan mal nos lo montamos los 11 meses restantes del año? Esa es la pregunta que me viene a la cabeza constantemente. El verano como símbolo, como metáfora de "desconectar". (Gracias Begoña Huertas por reflexionar sobre ello)

¿Dónde está la alegría? En el pasado, en el futuro, en el siguiente puente...

He pasado gran parte de mi vida trabajando, viajando para trabajar e intentando desconectar del trabajo. Estrés.  Y consigo; (un talento que comparto con muchos) que incluso las cosas que teóricamente disfruto se conviertan en "obligaciones". Decir "Tengo que ir a la psicina" transforma un acto de gozo en un deber. Tengo que ver a mi madre, tengo que preparar la merienda para los niños, tengo que ir a la exposición de mi amiga, tengo que...(ponle lo que quieras). Más estrés.

Y aquí empieza Mindfulness. Recuerdo la primera vez que hice el Curso de 8 semanas Mindfulness para la Salud, y en clase con Dharmakirti; estudiamos el Programa de Esfuerzo Equilibrado. En ese momento me parecía lo más absurdo del universo: planear el descanso. Ya descansaré cuando muera, era mi lema por esa época. Miraba el ejemplo de clase y pensaba: "Madre mía ¡Cuánto tiempo tiene esta gente! Descanso aquí, descanso allá. ¿Son ricos o qué?" Ahora me da mucha risa; es una de mis herramientas favoritas del programa, porque realmente a cambiado para mejor mi vida cotidiana.

Y no, no es que me haya hecho rica. Por lo menos no en dinero. Me he vuelto rica en formas de enquecer mi vida con preguntas mindful: ¿Soy capaz de crear en mi día a día un espacio para la alegría que no incluya consumismo (comer, comprar, tv, series, etc)? ¿Tengo qué lleno cada fin de semana de actividades? ¿Podría "soportar" un día sin hacer nada? ¿Podría sentir paz mientras estoy trabajando en algo que me aburre, en lugar de quejarme? ¿Puedo encontrar conexión con quién me sirve el café en el almuerzo?

Soy rica, como te digo, pero no siempre hábil. No creas que todos los días voy subida en un tren de felicidad mindfulness, un viaje sin vuelta al estrés. Por eso se llama práctica. Lo que me tranquiliza es poder siempre volver a los conceptos clave, las meditaciones, los liberadores de hábitos. A esas 8 semanas que le dieron la vuelta a mi vida.

Y, francamente, 8 semanas son nada, si valen para poner un poco de "verano" en tu vida cada día.

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