Cultivar la amabilidad y utilizar frases compasivas hacia nosotros mismos puede hacernos tropezar con sentimientos difíciles o experiencia traumática pasadas que están almacenadas o dormidas en nuestra memoria emocional. Si bien el objetivo de kindfulness no es tener experiencias placenteras (aunque cuando ocurren son bienvenidas), cuando practicamos la atención consciente o la conciencia amable, al igual que sucede con intervenciones bien establecidas en el campo de la salud, como la psicoterapia o el deporte, pueden emerger sentimientos incómodos e incluso dolorosos*.
Un grupo de investigadores establecieron que hay tres factores que interrelacionados que pueden contribuir a una práctica no segura o que puede producir daño de mindfulness: factores relacionados con la intensidad de la práctica, factores relacionados con la vulnerabilidad del participante y factores relacionado con el profesor y las instrucciones o el programa (Baer et al, 2019).
La práctica de la Kindfulness es por naturaleza invitacional y empírica. También es cierto que puede ser incómoda, desagradable y desafiante y a la vez no causar daño. Si bien es posible que surjan efectos adversos; estos suelen ser de baja intensidad y poco frecuente. Por esta razón es aconsejable practicar dentro del contexto de un grupo facilitado por alguien que acredite una experiencia sedimentada en la práctica, alguien que ha recibido una formación adecuada como un profesor de mindfulness y/o compasión y recibe a su vez supervisión. Es recomendable realizar una entrevista previa (hacer un screening o filtro) con el participante/paciente para conocer estado de salud físico y mental.
Resulta importante reconocer estas reacciones adversas y aprender a gestionarlas ya que de lo contrario pueden generar resistencia hacia la práctica de la meditación. El efecto adverso “backdraft o contracorriente” (Neff, 2013), es una metáfora de lo que sucede a un bombero cuando tiene la intención de apagar el fuego, por ejemplo, de una habitación que está completamente cerrada, al abrir la puerta la súbita entrada de oxígeno no hace más que reavivar el fuego.
Algunas orientaciones básicas y sencillas para gestionar algunos efectos adversos pueden consistir, por ejemplo, en ampliar el circulo de la atención (incluyendo sonidos y otras sensaciones presentes), redirigir la atención al cuerpo, la respiración, o desplazar el foco de la atención amable hacia otro ser (un amigo/a o una mascota). Por último, otra opción es la de dejar de meditar y realizar una actividad reconfortante que involucre el cuerpo (tomar una infusión, caminar en un parque, etc.).
Es importante practicar en un grupo donde puedas compartir estas percataciones (insigths), obstaculos, etc. y recibir asesoramiento de un profesor certificado de Kindfulness.
Un papel importante del profesor o instructor de Kindfulness en un contexto psicoeducativo grupal es precisamente encarnar y comunicar un abordaje holístico y equilibrado de los diferentes aspectos de la meditación. Un enfoque exclusivo en mindfulness, descuidando las necesidades afectivas, puede llevarnos a aceptar la experiencia, pero carecer de una motivación ética de ser amables y cuidarnos. Mientras que un enfoque demasiado centrado en kindfulness puede llevarnos a la evitación experiencial en pos de estar superficialmente bien o enfocándonos en “parches” a corto plazo.
- ¿Es mindfulness una práctica segura?
- Primero no hacer daño
- ¿Qué es el mindfulness sensible al trauma?
- Para los programas de mindfulness, "con quién" puede ser más importante que "cómo"
*Extraido de segunda edición del libro Kindfulness