Conectar con empatía y actuar con compasión. Durante nuestro programa de kindfulness para el Estrés ponemos énfasis en hacer esta importante distinción para cuidarnos y cuidar a los demás: la compasión va mas allá de la lastima, la simpatía y la empatía.
Suele ser habitual que las palabras “empatía” y “compasión”, así como “simpatía”, a veces se usen indistintamente. Todos representan rasgos positivos y altruistas, pero no se refieren exactamente a la misma experiencia.
La principal diferencia entre lástima y compasión es la actitud que se tiene hacia la persona que está sufriendo. La lástima implica una sensación de superioridad o condescendencia, mientras que la compasión implica una actitud de igualdad y respeto hacia esa persona.
La simpatía y la empatia son actitudes para establecer relaciones humanas positivas, pero no son iguales. Por ejemplo factores como el tipo escucha, profundidad, punto de vista y grado de apertura marcan importante diferencias.
Desde la escucha simpática puede que intentemos dar un consejo para mejorar su situación, mientras que la escucha empática es importante escuchar al otro sin juzgar y hacerle saber que cuente con nosotros para lo que necesite.
La profundidad se refiere a las emociones, cuando sentimos simpatía podemos distinguir las emociones del otro mientras que con la empatía resonamos y nos vinculamos a las emociones del otro. La empatía implica una comprensión profunda; la simpatía se centra en la preocupación y apoyo sin la necesidad de involucrar las emociones.
Con la simpatía observamos desde nuestra punto de vista la situación del otro (auto-referencial) mientras que con al empatía intentamos comprender la situación desde la perspectiva del otro (este es el sentido de la expresión "ponerse en los zapato del otro".
En cuanto a la apertura, en el caso de la simpatía no necesitamos establecer una relación profunda, por ejemplo cordiales con un compañero de trabajo. Sin embargo la empatía demanda apertura hacia el dolor o vulnerabilidad del otro sin minimizarlo ni juzgarlo.
Es útil considerar las dos cualidades distintas de la compasión: comprender lo que siente el otro y la voluntad de actuar para aliviar el sufrimiento del otro (ver gráfico abajo)
La voluntad o motivación de actuar para aliviar el sufrimiento de los demás es la dimensión altruista o conductual de la compasión. Es paradojico que cuando hacemos algo a favor de los demás, nos sentimos también más felices y saludables.
La siguiente imagen distingue visualmente la compasión de experiencias similares de empatía, simpatía y lástima.
También tenemos la “compasión idiota”, que es una expresión acuñada por Trungpa Rimpoche (un maestro budista tibetano), para referirse a un tipo de compasión que se asemeja a un intento de evitar el conflicto, de quedar bien y permitir que los demás hagan cualquier cosa porque nosotros no tenemos coraje para ponerles límites.
Durante nuestro programa de kindfulness para el Estrés ponemos énfasis en hacer esta importante distinción para cuidarnos y cuidar a los demás: la compasión va mas allá de la lastima, la simpatia y la empatía.
La compasión tiene dos dimensiones empática y altruista. La compasión tiene una aspecto de sabiduría en la que mindfulness o la atención consciente juega un rol muy importante, ver la experiencia tal y como es. Es decir para poder ayudar de manera efectiva necesitamos comprender lo que esta ocurriendo. También necesitamos empatizar, es decir hacernos sensibles a la experiencia del otro. Luego tiene una dimensión altruista de hacer lo que este a nuestro alcance para ayudar al otro/s.
Es video de Brene Brown es Imprescindible para aprender sobre la empatía y la escucha activa. De forma sencilla nos descubre qué pequeños hábitos tenemos a la hora de escuchar a las personas que nos cuentan un problema o un conflicto.