“cuando recibimos al dolor con amor el mundo del sufrimiento se disuelve” Stephen Levine
Es natural que, cada vez que nos enfrentemos a una dificultad –independientemente de que se trate del dolor, la enfermedad o el estrés–, tratemos de alejarlo. Y esto es algo que hacemos de mil maneras diferentes, dando vueltas y más vueltas a soluciones que anteriormente han fracasado, ignorándolas o sepultándolas bajo un montón de distracciones. Más pronto o más tarde, sin embargo, todas esas estrategias dejan de funcionar y perdemos fuelle o nos desbordan las dificultades a las que nos enfrentamos. Dos son las alternativas a las que nos enfrentamos cuando, en nuestro camino, nos encontramos en una encrucijada de este tipo. Podemos tratar de seguir adelante aparentando que todo está bien (y llevar una existencia cada vez más empobrecida) o asumir una forma diferente de acercarnos a nosotros y al mundo. El enfoque de "Mindfulness y compasión para la salud - MBPM" es diferente y consiste en aceptarnos atentamente a nosotros y a nuestro sufrimiento, lo que significa acercarnos a él y aceptarlo, por más que lo odiemos y nos llene de miedo y pavor (ver también el 2 paso Respira Vida Breathworks)
Aceptar no es lo mismo que renunciar. La aceptación no tiene nada que ver con la indiferencia o la resignación pasiva sino que, muy al contrario, se trata de una cualidad activa de ser completamente consciente del mundo real y de lo que está ocurriendo tanto fuera como dentro de tu experiencia.
Para muchas personas, especialmente para quienes padecen de estrés y dolor crónico, la simple idea de «aceptación» es una pura herejía, porque suena a admitir pasivamente nuestro destino. ¿Por qué deberíamos «rendirnos» y vivir sumidos en la desesperanza? Pero lo cierto es que la aceptación atenta que se deriva de una conciencia plenamente atenta nada tiene que ver con la aceptación pasiva. La aceptación derivada del mindfulness es un tiempo para hacer una pausa, permitir, dejar ser y ver las cosas con más claridad. Es aceptar que, por el momento, son las cosas son como son. Tiene que ver con abrazar la vida, no simplemente con tolerarla.
Otra vertiente de la aceptación es la compasión por los demás y por el mundo que nos rodea. El primer paso consiste en aprender a ser compasivo con uno mismo. Y esto es algo que empieza dejándonos de atacar y de culpar por lo que consideramos nuestros «fracasos», «debilidades» e «insuficiencias». Y, por encima de todo, nos anima a dejarnos ser como somos, con todas nuestras faltas, vulnerabilidades y problemas, lo que, para algunos, puede ser más difícil que enfrentarse al dolor, el sufrimiento y el estrés. A largo plazo, sin embargo, la aceptación compasiva reduce significativamente el dolor y mejora nuestra vida.
Son muchos los estudios científicos que han puesto de relieve el poder de la aceptación compasiva para disolver el estrés, el miedo y la preocupación. Y, lo más importante es que, como sucede con otros beneficios del mindfulness, estos también acaban integrándose en nuestro cerebro. Los escáneres realizados al respecto ponen de relieve la existencia de cambios significativamente positivos en las regiones del cerebro asociadas a la emoción pura y a la percepción del dolor. Y lo más curioso de todo es que esos cambios físicos empiezan a presentarse ocho semanas después de practicar meditaciones como la de la aceptación compasiva. Luego, cuando el dolor vuelve a aparecer, es menos intenso y se desvanece con más facilidad. La ansiedad, el estrés, la depresión y el agotamiento también se presentan con menos frecuencia e intensidad. Y esto pone en marcha un círculo virtuoso que nos enseña a enfrentarnos al mundo con un estado mental progresivamente más tranquilo, compasivo y aceptador.
Meditación de la aceptación compasiva: Escucha la pista 4 del CD que acompaña el libro "Tú no eres tu dolor".