Ábrete a la alegría

Practica

sintonizarMuditā significa alegría empática o solidaria. Es la alegría que proviene del deleite por el bienestar de otras personas. El ejemplo tradicional paradigmático de este estado mental es la actitud de un padre que observa los éxitos y logros de un niño en crecimiento. Mudita no debe ser confundido con el orgullo, ya que la persona que siente mudita puede no tener algún interés o beneficio directo del logro del otro. Mudita es una alegría pura no influenciada por el interés propio.

Abrirnos a la alegría por los demás y por nosotros mismos resulta esencial para nuestro equilibrio cerebral. Sin embargo, para bien o para mal, estamos dotados de un cerebro predispuesto de manera intrínseca a fijarse más en los estímulos negativos que en los positivos.
Si estuvieses caminando por el campo y vieses un león a un lado y una cascada majestuosa al otro, ¿a qué le prestarías atención? No importa lo majestuosa que pueda ser la catarata porque estamos programados para sobrevivir y transmitir nuestros genes a la siguiente generación. Eso significa que nuestros pensamientos negativos son más adherentes que los positivos.
Pero hay incluso peores noticias. La mayoría de nosotros también estamos programados para desconfiar de la alegría. El cerebro cree que, cuando nos sentimos demasiado felices o alegres, tenemos más posibilidades de descuidarnos ante potenciales amenazas. Asimismo, hemos crecido en una sociedad que considera que disfrutar de nuestros logros y alegrarnos por ello parece narcisista o indulgente y, en consecuencia, podemos vernos impelidos a tratar de renunciar a las experiencias placenteras. Pero el mindfulness puede ayudar a que el cerebro evolucione para sentirse menos estresado y más abierto a la alegría inherente tanto a las vidas ajenas como a la nuestra propia. Este acto de «bondad consciente» despierta al corazón.

La práctica

La siguiente es una práctica que pretende cultivar la alegría. Y para ello en primer lugar tenemos que desarrollar la consciencia de la alegría y, también, de los obstáculos que se interponen en su camino.

Comienza disfrutando de tu alegría

  • Observa, mientras experimentas con las siguientes frases, lo que emerge en tu interior.
    • «Que pueda disfrutar de los logros en mi vida.»
    • «Que pueda abrirme a la alegría que hay en mí y ser feliz.»
    • «Con la inspiración me abro a la alegría, con la exhalación sonrío.»

Si adviertes la presencia de pensamientos de que esto es estúpido o autoindulgente, no te preocupes, esto es normal. Y recuerda que igual las palabras nos pueden hacer daño, también nos pueden ayudar. Insiste en ello de cualquier modo y permite que sea tu experiencia la que te guíe y no tus prejuicios.


Disfruta de la alegría de otra persona

  • Piensa en alguien en tu vida que realmente te importe. Visualiza a esa persona, o animal, y repite a continuación lo siguiente:
    • «Que pueda abrirme a la alegría que hay en ti.»
    • «Que pueda regocijarme de tu éxito y ser feliz por ello.»
    • «Que la felicidad y la buena fortuna nunca te abandonen.»
    • «Que te vaya bien en la vida»

Recuerda que el único objetivo en este caso es inclinar tu mente hacia tu corazón. Toma nota, mientras lo haces, de todo lo que emerja física, emocional y mentalmente.

Resuena con la alegría de todos

  • Por último, ábrete a todas las personas (y, si eres capaz de ello, escucha que también te lo dicen a ti):
    • «Que todos podamos disfrutar del éxito en todo aquello que nos propongamos.»
    • «Que podamos vernos libres de los celos y la envidia.»
    • «Que podamos tener buena fortuna y compartirla con los demás.»

Sé consciente de que, en la medida en que tu vida va desarrollándose, no hay nadie que merezca más bondad ni alegría que tú. La prevención de tu cerebro hacia la alegría no es responsabilidad tuya, sino que sencillamente así son las cosas. Por eso, tu intención es muy importante a la hora de perfeccionar un corazón atento. Trata de sembrar las semillas de la intención para poder llegar a ser más consciente de la alegría.

Cuando se encuentre presente, pregúntate: «¿Puedo sentir, en este momento, alegría por mi alegría?». Y observa lo que sucede.