Todo el tiempo nos tocan, pero la mayor parte del tiempo no somos conscientes de eso. Sólo suele entrar en nuestra conciencia cuando es incómodo (una piedra en mi zapato) o está asociado con un intenso deseo (cuando me besan por primera vez).
Cuando comenzamos a abrir nuestra conciencia a todas las sensaciones táctiles, tanto dentro como fuera del cuerpo, podemos sentirnos asustados. Puede ser algo abrumador.
Por lo general, somos más conscientes de usar un tacto amoroso con gente que con objetos. Sin embargo, cuando tenemos prisa o estamos molestos con alguien, convertimos al otro en un objeto. Salimos rápido de la casa sin decir adiós a alguien que amamos, ignoramos el saludo de un compañero de trabajo porque tuvimos una discusión el día anterior. Así es como las otras personas se deshumanizan, se convierten en una molestia, un obstáculo y en última instancia, en un enemigo.
En Japón, los objetos suelen estar personificados. Se honran muchas cosas y se les trata con cuidado amoroso, cosas que nosotros consideraríamos inanimadas y por lo tanto, no merecedoras de respeto y menos aún de amor. El dinero se entrega a los cajeros con ambas manos, los batidores de té reciben nombres personales, a las agujas de coser rotas se les hace un funeral y se les pone a descansar en un pedazo blando de tofu, la partícula honorífica "o-" se agrega a cosas mundanas como el dinero (o-kane), el agua (o-mizu), el té (o-cha), e incluso los palillos para comer (o-hashi).
Quizás esto provenga de la tradición sintoista de honrar los kami o espíritus que residen en las cascadas, los árboles grandes y las montañas. Si el agua, la madera y la piedra son consideradas sagradas, entonces, todas las cosas que surgen de ellas también lo son.
Práctica de Kindfulness
Usa manos amorosas y una caricia amorosa, incluso con los objetos inanimados.